El uso del lenguaje está regulado de tal manera que hace posible que los hablantes no sólo decodifiquen, sino que infieran, es decir, deduzcan las intenciones (acto ilocutorio) de los enunciados.
Los casos de inferencia son:
a. Ironía: se habla con ironía cuando en un contexto determinado decimos algo contrario a lo esperado. Por lo tanto, el emisor produce 2 afirmaciones: la literal y la inferida o sobreentendida, que es la que corresponde a su verdadera intención.
De "Teoría de los tropos", propuesta por Juan Bautista Vico, 1668 - 1744, en Hayden White: Metahistory, the Historical imagination in nineteenth-century Europ. Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 1973. Introducción. "The Poetics of Histor".
"Ironía: las entidades pueden ser caracterizadas negando, en el nivel figurativo, lo que es afirmado positivamente en el nivel literal. Las figuras de expresión manifiestamente absurdas (catacresis), como "bocas ciegas", y la paradoja explícita (oxímoron), como "fría pasión", pueden ser tomadas como emblemas de este tropo.
Frente a los tres primeros tropos que caracterizo de "ingenuos" (metáfora, metonimia y sinécdoque), el tropo de la ironía, aparece como su contraparte "sentimental" (en el sentido de Schiller de "autoconsciente").
Se ha sugerido que la ironía es esencialmente dialéctica, puesto que representa un uso autoconsciente de la metáfora en el interés de la auto-negación verbal.
La táctica básica figurada de la ironía es la catacresis (literalmente: mal uso).
La figura retórica de la aporía (literalmente: duda), en la cual el autor señala un descreimiento real o fingido de la verdad de sus afirmaciones, puede ser considerada el recurso estilístico favorito del lenguaje irónico, tanto en la ficción del tipo más realista como en las historias delineadas en un tono escéptico.
El objetivo de la afirmación irónica es afirmar tácitamente lo negativo de lo que es afirmado positivamente en el nivel literal, o a la inversa. Presupone que el lector u oyente ya sabe, o es capaz de reconocer, lo absurdo de las caracterizaciones dadas en la metáfora, metonimia y sinécdoque.
La ironía es, en cierto sentido, metatropológica, porque utiliza conscientemente un "mal uso" del lenguaje figurado.
Presupone una perspectiva "realista" de la realidad, dentro de la cual se puede dar una representación no figurada del mundo de la experiencia.
Por lo tanto, la ironía representa un estado de consciencia en el cual se reconoce la naturaleza problemática de la naturaleza del lenguaje mismo.
El tropo ironía, entonces, es un paradigma lingüístico de un modo de pensamiento radicalmente crítico con respecto al solo esfuerzo de capturar adecuadamente la verdad de las cosas en el lenguaje.
Es, en suma, un modelo de protocolo lingüístico en el cual se expresan convencionalmente el pensamiento escéptico y la ética relativista.
Es inherentemente hostil a las formulaciones "ingenuas" de las estrategias de explicación del formalismo, mecanicismo y organicismo. Y, como forma ficcional, la sátira es intrínsecamente antagonista de los arquetipos de la novela, comedia y tragedia.
La ironía podría considerarse como transideológica. Puede usarse tácticamente para la defensa tanto en la posición ideológica liberal como en la conservadora, según si se está hablando en contra de las formas sociales establecidas o en contra de las "utopías" que intentan cambiar el status quo. Y puede ser utilizada ofensivamente por el anarquismo y el radicalismo para poner en ridículo los ideales de sus oponentes liberales y conservadores. Pero, como base de una visión del mundo, la ironía tiende a disolver toda creencia en la posibilidad de acciones políticas positivas."
b. Implicatura
No posee marcas lingüísticas, no se encuentra en el diccionario, su significado depende del contexto. Es provocado por las palabras pero no está en las palabras. ¿Sabés qué hora es?, le dice la mujer a su marido cuando están en una fiesta. El marido interpreta sus palabras como un pedido y le contesta Ya vamos.
Se tendrá en cuenta lo "no dicho" explícitamente. El enunciado cotidiano se descompone en dos partes:
a. una parte verbal actualizada; y
b. una parte sobreentendida.
El enunciado cotidiano puede compararse así a un entinema: silogismo del cual una de las premisas no está expresada sino sobrentendida.
c. Sobreentendido
Todo enunciado deja entender una situación contextual determinada. La expresión ¿De dónde salís? deja sobreentendido que el emisor no posee la información que necesita, que le interesa obtenerla, que tiene un grado de familiaridad con el hablante que le permite interrogarlo. Al leer una frase así (o escucharla), el receptor puede realizar cualquiera de estas deducciones.
Las evaluaciones sobrentendidas no son, el producto de emociones individuales (del receptor) sino actos socialmente determinados y necesarios. El enunciado es como una "contraseña" conocida solamente por los participantes del enunciado.
El sobrentendido puede ampliarse espacial y temporalmente: puede existir en el nivel de la familia, de la nación, de la clase social, durante días, años, o épocas enteras.
La entonación es la expresión más pura de la evaluación.
d. Presupuestos
Es una marca lingüística que nos remite a una información que no aparece en el texto, porque, supuestamente, la conoce el hablante. Este año no ha llovido tanto... El adverbio tanto permite presuponer que el lector está informado de que anteriormente llovió mucho.
DESCRIPCIONES DEFINIDAS. Presuponen la existencia de los "objetos" a los que se refieren. Se habla de "presuposiciones existenciales".
NOMINALIZACIONES: presuponen la verdad de las proposiciones con las que se las asocia: "...los sindicatos participan en la gestión..." se nominaliza: "la participación de los sindicatos" en donde la "participación" es dada como un hecho.
Estas logran el "efecto de preconstruido": según Pecheux, "...las huellas en el discurso de elementos discursivos anteriores cuyo enunciador ha sido olvidado..."
Las RELATIVAS APOSITIVAS: predican algo del sintagma nominal al cual modifican, produciendo el efecto de una aseveración segunda e independiente.
Las PREGUNTAS PARCIALES: El locutor impone los presupuestos y obliga a aceptarlos como marco del diálogo.
Ejemplo: ¿Cuándo asesinaste a la anciana?, ¿En qué lugar la asesinaste?, ¿Por qué la asesinaste?, ¿Cómo la asesinaste?
Todas presuponen que el alocutario asesinó a la anciana y focalizan su pregunta sobre momento, causa o lugar.
e. Ambigüedad
Enunciados que pueden interpretarse de dos o más formas distintas. Esteban cree que aprobó el examen: el receptor, si desconoce el contexto, no sabrá si la persona implícita en la desinencia del verbo es una 3ª o el mismo Esteban (1ª ). El ruido del canal, las deficiencias de competencias y el desconocimiento de los contextos en los que se produjeron los enunciados introducen ambigüedades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario